Marcas con historia: Bugatti Automobiles

martes, 1 de octubre de 2013



El Bugatti Type 41 Royale de 1932, uno de los modelos más emblemáticos de la marca franco-italiana.
En una nueva entrega de Marcas con historia, toca repasar la de Bugatti, una empresa nacida de la mano de Ettore Bugatti en 1909, y cuyo nombre es desde entonces, sinónimo de lujo, potencia y deportividad. La historia resumida para nuestros lectores, tras el salto.

Esta marca tiene dos madres patrias. La primera es Italia, que vio nacer en 1881 a su fundador, Ettore Bugatti. La otra es Francia, más precisamente Molsheim, en la región de Alsacia. Ettore era el hijo de una familia que tenía entre sus integrantes a pintores, arquitectos, escultores y joyeros del art nouveau.

Es por ello que él se hacía llamar artista, dada su facilidad familiar para la creación de obras de arte lujosas; que en su caso se trasladaba a su pasión, los automóviles. En 1909, el piloto ocasional Ettore da nacimiento a su empresa Automobiles E. Bugatti. De su primer modelo, el Type 13, solo se produjeron 435 unidades. Tenía un motor 1.4 litros de cilindrada y apenas 30 caballos de potencia (cv).


La competición estaba en las venas de Bugatti; tan era así que la empresa es la primera ganadora del Gran Premio de Mónaco, en 1929. Posteriormente, el nombre Bugatti también conquistaría otra competencia mundialmente famosa: las 24 Horas de Le Mans en 1937 y 1939, con los pilotos Robert Benoist y Pierre Veyron, respectivamente. Retengan este último nombre, porque lo volveremos a ver más adelante.

Los vehículos de calle producidos por la empresa eran denominados “pur-sang” (purasangre en francés), al igual que los caballos de carrera. Pero no todo el camino de Bugatti estuvo pavimentado con éxitos y laureles. Tras la segunda guerra mundial, que dejó en ruinas la fábrica en Alsacia, y el posterior fallecimiento de Ettore en 1947, la compañía entró en un declive que tuvo su punto más bajo en 1952 con el cese de operaciones por falta de capital.



Tuvieron que pasar 35 años para que el nombre volviera a las marquesinas. Un emprendedor italiano llamado Romano Artioli compró la marca y refundó Bugatti, con una fábrica en Campogalliano. Para el regreso se desarrolló un modelo llamado EB 110, con las dos letras en homenaje a las iniciales de su primer fundador y el número en honor a la edad que tendría Ettore al momento del lanzamiento en 1991.

La compañía se jactaba de haber creado el auto deportivo más avanzado de la época. Tenía un motor V12, con cuatro turbos, 6.0 litros de cilindrada, 60 válvulas, y 553 caballos de potencia. Le tomaba nada más que 4,2 segundos alcanzar los 100 km/h, y su velocidad final estaba en 343 km/h. Todas cifras que 22 años después siguen sirviendo para quedarse boquiabierto y dejar en ridículo a muchos deportivos modernos. Sin embargo, la empresa no tuvo mucho éxito con este modelo, y en 1995 dejó de producirlo.


El rescate llegaría en 1998 desde Alemania, más precisamente del Grupo Volkswagen, que adquirió Bugatti y sigue llevando sus riendas comerciales hasta hoy. Tras la compra alemana, Bugatti retornó a Molsheim, su lugar de nacimiento en Francia, para darle vida en 2005 a uno de los vehículos de calle más caros y potentes de la historia, el Veyron EB 16.4, un modelo de 1.200 cv de potencia 8.0 litros, 16 cilindros en W, y 64 válvulas.
Texto originalmente publicado en la edición 2012 de la revista Automóviles de El Observador.
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